lunes, 5 de julio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez (Sexta Parte).

 

Otros aportes sociales de Fafán y reconocimiento del municipio de Imbert.

Su aporte a la sociedad no se limitó al ejercicio de su carrera per se, sino que también incursionó en el área de la comunicación médica y social, iniciándose como uno de los entrevistadores ocasionales en el programa de televisión Si usted fuera presidente que dirigía y producía el Dr. Julio Hazim.

Con este mismo productor de televisión, fue coproductor del programa Revista 110 en su versión médica dominical, que compartía con la presencia esporádica del Dr. Cesar Mella y el Dr. Carlos de los Ángeles.

Finalmente, inició su propio programa de televisión denominado 100 % junto a su también compañero de trabajo el Dr. Wilson Hazim, que fue transmitido durante varios años por la emisora televisiva Carivisión. A la muerte del Dr. Wilson Hazim, el Dr. William Jana fue su compañero de panel, con quien además cultivó una profunda amistad que preservó más allá de que el programa dejara de transmitirse.

Varias de las figuras más prominente de la vida política y médica nacional llegaron a participar, en algún momento, como entrevistados de ese programa.

En el orden político, siguió siempre, desde su juventud, las ideas que en su momento entendió como las más progresistas. Seguidor de Juan Bosch tan pronto llegó al país desde del exilio trujillista, y siguió siéndolo a lo largo de toda la vida del viejo caudillo.

Su admiración por ese líder le llevo, años más tarde, a afiliarse al Partido de la Liberación Dominicana, habiendo pasado por los círculos de estudio; renunciando, posteriormente, de ese partido en el año 2007 cuando entendió que el mismo había perdido el rumbo ideológico que le había dado existencia.

El 27 de junio del 2021 el municipio de su natal Imbert, por resolución de la sala capitular de su ayuntamiento No. 40-2021 fue entregado a Fafán Alcántara un reconocimiento que cuya resolución contenía el siguiente texto: “Por su trayectoria de servicio, aportes a la ciencia y la sociedad, ciudadano ejemplar y por todo lo que construyó a su paso por la vida, desde su papel como médico, hijo, padre, esposo, amigo, gran caballero, y por sus grandes dotes de solidaridad, humildad y sencillez”.

Ellos dicen que el reconocimiento fue póstumo, yo no estoy tan seguro. Un reconocimiento póstumo ocurre cuando alguien ha dejado de existir, y no me parece que sea el caso. En el sentido físico de la palabra sí partió, pero en el sentido más amplio de la palabra no lo hizo. Lo esencial de él: su bondad, su generosidad, sus momentos de alegría y recuerdos se quedó con nosotros. Se quedó con todos los que lo que lo conocieron y hasta muchos de los que no.

Es por esto que quien escribe estas líneas no ha puesto en ellas, deliberadamente, su fecha de fallecimiento. Esa será una tarea que le tocará completar a quien mencione su nombre por última vez ya que es entonces, y solo entonces, cuando Fafán haya dejado de estar entre nosotros.

Su legado social, profesional, pero sobre todo de hombre noble perdurará con nosotros en todos los pasos de nuestras vidas toda vez que amparado en su ejemplo obremos conforme a lo que siempre fue su accionar.

In memoriam.


viernes, 2 de julio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez (Quinta Parte).

Fafán y la Fundación Europea de Enseñanza de Anestesiología FEEA en el país

Sus aportes gremiales no se limitan a su vínculo formal con la Sociedad Dominicana de Anestesiología; así que gracias a la relación y aprecio con quien en el Clínico de Barcelona había sido su profesora, Carmen Gomar Santos, y de la confianza que ella depositara en el Dr. José Francisco Alcántara, la Fundación Europea de Enseñanza en Anestesiología FEEA (posteriormente renombrado como Centro Europeo de enseñanza en anestesiología) tuvo la confianza de iniciar en el país, y para todo el Caribe, los cursos de recertificación de la especialidad de anestesiología, destinados a asignar una cantidad determinada de puntos para ese propósito a los profesionales de esa especialidad médica. Aún hasta el día de hoy, es el único curso de ese tipo que existe en el país para especialidad médica alguna.

Además de la Dra. Gomar Santos, es necesario destacar la participación crucial de la Dra. María Luisa Marenco y el Dr. Juan González Machado en la activación del inicio en el país de los cursos FEEA, ambos, también, grandes amigos del Dr. Alcántara.

Por los vínculos del Dr. Alcántara con la Universidad Central del Este, fue la UCE –y no ninguna otra universidad- la que fungió como aval nacional a los cursos de anestesia que la Fundación Europea de Enseñanza en Anestesiología empezó a impartir en el país desde el 2004.

Es por esto que al menos los primeros cursos de FEEA en el país se celebraron en San Pedro de Macorís en el hotel Howard Johnson, ciudad donde está la sede de la universidad antes mencionada.

Desde entonces, el Dr. Alcántara siguió siendo por muchos años, y hasta donde la salud le permitió, parte del comité que coordina estos cursos en la República Dominicana, llegándolo a dirigir en algún momento.

Por sus aportes a la anestesiología dominicana en cooperación con sus colegas dominicanos y de Iberoamérica, del 5 al 8 de mayo del 2016 fue celebrado en Punta Cana el XIV congreso dominicano de anestesiología Jornada Dominico-Colombiana de medicina preparatoria Dr. José Francisco Alcántara, en su honor.

Tras su deceso, su esposa, hijos y deudos fueron gratamente sorprendido con los mensajes de los doctores anestesiólogos Elba Sánchez Baret, República Dominicana; Carlos Guzmán, República Dominicana; María Luisa Marenco de la Fuente, España; Humberto Sainz, Cuba; Javier Bravo, Nicaragua; Arnold Polisena, Argentina; María Eugenia, Honduras, y de toda la directiva de la confederación latinoamericana de anestesia CLASA.  Las condolencias fueron múltiples dentro del gremio de países hispano parlantes.

Continuará....

jueves, 1 de julio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez. (Cuarta Parte)

 

Fafán en la Sociedad Dominicana de Anestesiologia, y en la latinoamericana.


Junto con los doctores Fanduiz, Elba Sánchez Baret, Carlos Guzmán, entre otros anestesiólogos, El Dr. José Francisco Alcántara fue pilar durante más de una década de la Sociedad Dominicana de Anestesiología, institución gremial en la que ocupó todas las distintas posiciones administrativas.

Las funciones en la Sociedad Dominicana de Anestesiología tienen una relación directa con las responsabilidades en la organización de los congresos de esa especialidad en el país, lo que también llevó al Dr. Alcántara a formar parte de los comités que se formaron con ese propósito, llegando a presidir el que se formó para la organización del tercer congreso dominicano de anestesiología en el año 1993, en el Hotel Embajador, en Santo Domingo.

El congreso de anestesiología del 1993 representó un punto de inflexión para la presencia de la Sociedad Dominicana de Anestesiología y su vínculo y relación con la Sociedad Latinoamericana de Anestesiología, ya que estimulados por la plana mayor de esa organización gremial del subcontinente se siembra en el mismo la idea de que en la República Dominicana se hiciera el primer congreso latinoamericano de esa especialidad fuera de las cinco principales sociedades de anestesia en la región: Argentina, Brasil, México, Chile y Perú.

Bajo la presidencia del congreso del Dr. Fanduiz, y de la Sociedad Dominicana de anestesiología del Dr. Carlos Guzmán, la semilla germinada en ese congreso del 1993 finalmente vio la luz en el 1999 con el XXV Congreso Latinoamericano de Anestesiología el cual, además de ser el primero fuera de los cinco países antes citados, marcó el punto de inicio para que los demás países pequeños de Latinoamérica también fueran teniendo, secuencialmente, sus propios congresos de la región.

Por su puesto, el Dr. Alcántara también tuvo una participación activa en el comité organizador de este hito de la Sociedad Dominicana de Anestesia.

El hecho permitió que los líderes gremiales de la sociedad de anestesia, en general, y el Dr. Alcántara, en particular, establecieran lazos profesionales y de amistad con sociedades de anestesia de distintos países de américa latina, en especial las de Cuba, Colombia, Ecuador y Honduras. Estas últimas tres mandaron su condolencia formal a la familia del fallecido. La sociedad de anestesia de Ecuador, en particular, llegó a declarar tres días de duelo al gremio de esa nación.

Continuará....


miércoles, 30 de junio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez. (Tercera parte)

El Anestesiólogo

A su regreso a la isla, Fafán sirvió como médico en algunas clínicas como el Moscoso Puello, Centro de Otorrinolaringología, Instituto Dermatológico Dominicano, y el Centro Médico Nacional que, posteriormente, se convertiría en el Centro Médico Universidad Central del Este, en donde a partir de ese momento ejerció durante toda su vida profesional.

Al llegar a este último centro médico, compartió ocupación con el Dr. Humberto Hernández, Nadim Aude y José Miller, quien para esos años se convirtió en su mentor y guía en sus primeros pasos en esa institución.

Allí, el Dr. Alcántara tuvo innumerable cantidad de pacientes de todos los estratos sociales. Entre algunos de sus pacientes más renombrados están el profesor Juan Bosch Gaviño, y su sobrina Milagros Ortiz Bosch. En ese sentido, fue parte de del equipo médico dominicano del papa Juan Pablo II en su visita del 1992. Por fortuna, no hubo que hacer uso de ese último nombramiento.

Además de sus funciones como médico, en el Centro Médico UCE junto al doctor Juan Bautista Maggiolo y el Dr. Lantigua, llegó a fundar y a coordinar por muchos años la residencia de anestesia de ese lugar. Del mismo modo, también ocupó la dirección del departamento de anestesiología.

Más allá de haber sido fundador e instructor en la residencia de anestesiología de la UCE, El Dr. Alcántara también fue profesor de anestesia en la propia Universidad Central del Este en su sede en San Pedro de Macorís.

En la graduación del 12 de junio del 2014, el Centro Médico UCE preparó un acto en el que reconoció al Dr. José Francisco Alcántara Rodríguez, por sus valiosos aportes a esa institución.

Pero entre todas las formas en que era posible honrar a mi padre, el Centro Medico UCE concedió en vida el más alto honor que era posible recibir de esta institución médica, y se trata del cuidado médico más esmerado y profesional que era posible recibir de institución alguna de la mano cada parqueador, cada enfermera, de cada personal de limpieza, de cada camillero, de cada personal de hotelería, de cada médico residente de todas las especialidades de esa clínica-escuela, de cada especialista entre los que es imposible no mencionar a la Dra. Wendy, médica de cabecera y nefróloga; y de manera muy particular a el Dr. Wazar, director médico de esa institución, pero sobre todo quien le llego a dispensar un trato fraternal no únicamente por los méritos acumulados en esa institución, pero de manera muy especial por una relación de hermandad que se fue solidificando con los años.

Continuará...

martes, 29 de junio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez. (Segunda parte)

 

Construyendo el porvenir

Gracias a la ayuda de su amigo y entonces ministro de salud pública, el Dr. Ney Arias Lora, logra conseguir la plaza de director del hospital de la comunidad costera del Atlántico, Gaspar Hernández, que le funge de requisito legal de la pasantía médica.

Posterior a eso, de la mano de su muy admirado Dr. Vinicio Calventi, vivió y trabajó en la Maternidad la Altagracia como anestesista técnico al punto de que ese lugar fue su centro de votación hasta, por lo menos, el año 1986.

El 31 de diciembre del 1975, en víspera de año nuevo, se casa con Claudina Aquino Díaz (Noelia), quien fuera su compañera hasta el último día de su vida, y con quien procreó tres hijos: José Amadeo, Pablo Miguel, y Karla María.

Según la semblanza del Dr. Rafael Nazario Lora (además su hermano entrañable de siempre), luego de haber terminado la medicina, ambos doctores se inclinaban por la psiquiatría, “pero la realidad amarga de esa especialidad difuminó nuestras vocaciones”, nos cuenta el eminente cirujano puertoplateño.

Para aquel entonces, Fafán tenía la idea de radicarse en Santiago una vez obtuviera el excequatur, pero persuadido por su hermano, amigo y compueblano Gonzalo González Canahuate, termina optando por establecerse, finalmente, en Santo Domingo.

Una vez graduado de médico, gracias a una beca gestionada con el gobierno dominicano, y nuevamente con la ayuda del Dr. Ney Arias Lora, se marchó a Barcelona para formarse formalmente como anestesiólogo, especialidad que ejercería durante todo el resto de su vida profesional con gran devoción, esmero y dedicación.

A su llegada a Madrid, el Dr. Alcántara visitó al doctor Rafael Nazario Lora (Felo), quien fue su primer pie de amigo en el país ibérico, y más adelante aterrizó en Barcelona en donde recibió gran apoyo de su hermano de otro vientre e imberteño el Dr. Alberto Simón Helena. Tanto en Barcelona como en Imbert “Alberto le dio todo lo que pudo dar, su casa estuvo de par en par y cuando quiso entrar tuvo un plato en su mesa”.

Desde aquella época se gestaba la idea de hacer algún día lo que entonces se veía lejano en el tiempo, y también improbable; lo que luego llegaría a ser la estación de gasolina que finalmente se construyó en el cruce de Imbert hacia el año 1991, que funcionaría como brazo operativo de la empresa Laguna Prieta S.A.

Luego de haber sido una pieza clave en los necesarios trámites burocráticos para la construcción de la estación de gasolina, el Dr. Alberto Simón tuvo a bien invitar a Fafán a formar parte de los accionistas de esa empresa. En un primer momento, Fafán se sustraía a esa idea, pues había considerado que su gestión burocrática se limitaba a la hermandad que lo unía con Alberto, pero siendo persuadido por su esposa, Noelia, el Dr. Alcántara termina finalmente aceptando la propuesta, y convirtiéndose en accionista minoritario de esa empresa.

Posteriormente, Laguna Prieta S.R.L. fue disuelto, y la bomba vendida a otros accionistas que la operan hoy en día.

Continuará....

lunes, 28 de junio de 2021

Semblanza del Doctor José Francisco Alcántara Rodríguez (Fafán). (Primera Parte)

La Primavera


Nacido en Imbert, el 13 de noviembre del 1946.

Alfabetizado a los cuatro años de edad como estudiante aventajado de la maestra consagrada que fue su madre, Patria Rodríguez.

Hermano mayor de padre y madre de Juan Manuel, Luis Tomás y Ana María. Pero, ¿cómo fue que el hijo de una maestra que luego enviudó, oriundo de una comunidad que en ese entonces era quasi rural, muy lejana de la capital dominicana, y sin contactos grandilocuentes, en ese entonces, llegó a ser lo que fue?

Poco después del fallecimiento de su padre -Francisco Emigdio Alcántara-, Fafán ingresó a la Universidad Autónoma de Santo Domingo en donde había sido aceptado antes de la primavera del 1965.

Como buen imberteño, en Santo Domingo le tocó vivir donde una imberteña que se había mudado a esa ciudad, doña Nena Oliver, abuela de Josecito Oliver, que había dispuesto de su casa como una pensión por donde también pasaron decenas de otros estudiantes.

Pocas semanas después de haberse mudado a Santo Domingo, la docencia se vio suspendida en la UASD, producto del estallido de la tristemente célebre Guerra de abril del 1965.

El hecho obliga a Fafán Alcántara a abandonar la ciudad de Santo Domingo y regresar a Imbert, y aprovechando la siguiente zafra de la caña de azúcar ocupa el cargo de pesador de cañas en el Ingenio Amistad, en el mismo ingenio en donde su padre había sido sub-administrador no tanto tiempo antes. Esto ocurre en un contexto en el que su madre había enviudado, y que la situación económica familiar era precaria.

Después de terminada la guerra, tras estabilizarse el ambiente político, Fafán retorna a la UASD en donde finalmente es recibido como médico el 30 de mayo de 1975.

Como nota curiosa, terminada la guerra de abril, la revista Life en español publicó bajo el titular “Los estudiantes cambian las armas por los libros” una foto de algunos de los jóvenes que regresaban a la universidad entre los que salía Fafán Alcántara. Como si el destino estuviera preparando el camino de quien habría de tener aquella brillante carrera que luego llegó a desarrollar.



Continuará.....

lunes, 31 de mayo de 2021

En los pasos de Fafán

 


Tuvo que haber sido una tarde de primavera esa tarde lluviosa en la que con mi padre jugábamos unas carreras de quién llegara primero hasta el vehículo. No hay forma de recordar quién ganó, pero si yo lo hice no fue por otra cosa que él hubiese dejado que así fuera.

Yo no tenía más de diez años, y él, que a la sazón practicaba tenis varias veces por semana tenía entonces todas las de ganar.

Tal vez no es infrecuente en un niño ver a su padre como un súper héroe, pero este de verdad que tenía poderes súper especiales: a este le vi saltarse entre balcones, le vi correr carreras y ganarlas siempre, le vi quitarse un dedo y volverlo a poner, lo vi escalar montañas –además de las de la vida-, le vi, con su súper poder láser, leerme la mente. Le vi hacer tantas cosas que aun hoy en día puedo decir esos súper poderes sí que fueron reales.

El tiempo pasó, es cierto, y en algún momento que uno nunca sabe bien cómo ocurre ya era yo quien podía ganar cualquier carrera física. Uno llega a pensar que entonces los súper poderes han pasado a uno, pero no es así.

Por supuesto que esa ventaja física no hizo más que incrementarse después, mucho más cuando sus condiciones de salud le hicieron gradualmente invalidarse, hasta que muy al final esa invalidez se convirtió en absoluta.

Fiel a su carácter indomable, entonces decidió caminar de otro modo. Decidió recorrer el camino que todos hemos de andar.

Pero antes de esa otra forma de andar, ¿qué lo llevó a ser tan grande?, ¿qué lo llevó a ser tan único?, ¿qué tan especial? ¿Fueron aquellos súper poderes que yo de niño presencié, o fueron otros aun más trascendentales?

¿Sería su vocación al estudio y a la profesionalidad que le llevaron a ser, sin ninguna duda, uno de los mejores en su especialidad en el país, mereciéndole una importante cantidad de reconocimientos, y una no despreciable cantidad de posiciones gremiales aquí, y en toda latinoamérica? (Nada mal para alguien que trilló su camino desde un remoto municipio de Puerto Plata: Imbert.)

Quizás fue eso, o tal vez su forma de guiar y de enseñar de una forma tan mágica las que le hicieron tan grande. Como tan fácil, tan por arte de magia, aprendí a montar bicicleta con ella sin rueditas y él diciendo: «tú puedes», mientras con sus brazos invisibles de súper héroe aún la sostenía.

No solo yo o mis hermanos, también fueron sus discípulos médicos, los residentes de anestesia, los que fueron también sus estudiantes en la universidad, para quienes su vocación didáctica resultaba ser única.

O quizás su alto estándar de moralidad difícil de emular que le guió hacia las luchas sociales en sus versiones más nobles.

O sería, tal vez, su vocación de amistad genuina que tuvo no solo con sus nunca olvidados coterráneos compueblanos durante toda la vida, pero también con una interminable lista de seres queridos que su carisma cultivó a lo largo de la vida.

O fue su humanidad, aquella que toda la vida le permitió ver de forma indistinta al afortunado del que no tanto, y escuchar sus historias con tanto interés sin importar quién de ellos la narrara. Bastaba con que fuera importante para el relator.

¿Qué lo hizo tan grande? Supongo que será un enigma pendiente de descifrar en el resto de mis días. Pero en el interín, tanto a mí como a mis iguales no nos queda de otra que la utópica tarea de intentar calzar los zapatos de aquel cuyos pasos ahora nos toca andar.