miércoles, 25 de marzo de 2020

“UNA ESPERANZA EN EL ARADO”



Sr. Presidente de la República Dominicana, Danilo Medina Sánchez:


Quien le escribe es un ciudadano común, profundamente preocupado y con conocimientos importantes de estadísticas.

Distinguido ciudadano, culminado el día 24 del inicio de la epidemia del coronavirus en la República Dominicana, cuando se diagnosticó el primer caso en suelo dominicano a un turista italiano que dio positivo a la prueba del Covid-19, y a seis días de haberse impuesto la cuarentena decretada de su gobierno, parece que no vamos enrutados hacia un buen puerto.

En el momento en que fue decretado este proceso, los casos en la República Dominicana se estaban duplicando a una velocidad de cada 3.34 días, hoy en día, sin embargo, cuando se ha informado oficialmente de 312 infectados, parecen estar duplicándose a una velocidad de 2.77 días, habiéndose acelerado de una forma preocupante la infección más allá de lo que predice la curva exponencial. Por ese camino, señor Presidente, no vamos a tener un buen desenlace.

Las razones por las que creo que es tan complicado implementar en el contexto dominicano esa cuarentena a un porcentaje amplio de la población es dual:

Por un lado, tenemos que admitir que no contamos con activo educacional necesario como para hacer entender a gran parte de nuestra población la gravedad del problema, y la importancia de la cuarentena. La base educacional que se necesita para eso se construye durante años, no es posible hacerlo en medio de una crisis.

Por otro lado, la parte de los compatriotas que salen a la calle cada día a ganarse lo que se van a comer ese día. Para tales compatriotas, no importa si se coloca todo el ejército en frente de sus casas: van a salir de todas formas. No se conceptualiza la amenaza de un virus, cuando se tiene hambre.

Paralelo a eso, está la calamidad económica que hoy afrenta al pueblo dominicano que hoy está pasando hambre y angustia, y usted conoce, mejor que yo, el posible desenlace en caso de que esta situación económica se prolongue en el tiempo.

Creo, con toda humildad, que no es sostenible, ni viable seguir desarrollando la estrategia que se ha estado desarrollando hasta este momento.

De forma alternativa, señor presidente, y con toda humildad, yo me permito hacer la siguiente propuesta que he querido denominar Una esperanza en el arado.

De lo que se trata es de desplazar a la mayor brevedad posible a los jóvenes que hoy están desempleados y desesperados en nuestras ciudades hacia los campos dominicanos para preñar de frutos toda nuestra geografía nacional.

Con esta medida entiendo que podemos lograr varias cosas de un solo zarpazo:

En primerísimo lugar, vamos a quitar el hambre de los hombres y mujeres que hoy, al sexto día de esta cuarentena ya la están sintiendo de forma angustiante.

En segundo lugar, vamos a eliminar de nuestros caminos y carreteras a personas que de una forma u otra podría estar generando algún tipo de dificultad a los vehículos que suplen de productos agrícolas a nuestras ciudades, a la vez de que para ellos mismos esos productos ya no tendrían que ser transportados.

En tercer orden, vamos a fortalecer una producción agrícola que será estratégica, no solo para asegurar, ciertamente nuestra producción nacional, sino, también que el potencial excedente que se produzca podrá ser exportado a países vecinos quienes, también azotados por la misma pandemia, de seguro estarían dispuestos a pagar un buen precio por nuestros productos, al menos en el corto y en el mediano plazo.

Otro beneficio es que entiendo que la actividad agraria es una actividad que se hace de forma aislada, garantizando que los obreros puedan desarrollar su labor, de forma segura, manteniendo siempre los dos metros de distancia que recomienda la OMS para fines de evitar el contagio del Covid-19.

Medidas de seguriad adicionales pueden ser tomadas, al solicitar que tanto el Ministerio de Salud Pública como el ejército supervisen la actividad, de manera que se minimice el riesgo de contagio.

A la par con que muchos de nuestros jóvenes estarían integrados a la labor productiva del campo, nuestros envejecientes, y también nuestra gente vulnerable, sí deberán seguir una cuarentena rigurosa.

La idea es, tal y como fue planteado en Inglaterra, que en la medida gradual en que nuestra población más fuerte se vaya enfermando y sanando de la nueva epidemia, vayan creando los anticuerpos necesarios que una vez universalizado entre ellos, permita proteger a los más débiles.

Soy consciente de que esa estrategia tiene sus detractores por más de un motivo, y con justa razón. Pero siento que en el actual contexto dominicano es la mejor carta a jugar, siendo que toca ahora, aun cuesta arriba, lidiar con al menos dos situaciones igualmente difíciles: la económica, y la epidemiológica.

Habrán pérdidas humanas, tendremos que vivir con ellas. Ocurrirán cualquiera que sea la estrategia que se tome. De lo que se trata es acogerse al mal menor.

Evidentemente, es importante que haya una oportuna coordinación y supervisión técnica, para lo cual sería oportuno convocar a los ingenieros agrónomos del país.

Al final del día, la idea es que el gobierno es dueño de toda la cosecha, y podrá disponer de ella para ulterior consumo del pueblo dominicano, y para la valiosa exportación generadora de las divisas que otras fuentes no va a poder prever.

Señor presidente, al momento de escribirle, usted tiene pautado dirigirse al país, posiblemente con nuevas medidas para enfrentar la plaga que hoy nos ocupa. Con toda la fuerza de mi corazón, apreciaría que fuera considerada esta sugerencia que salen desde el dolor de la impotencia, pero con la fe de que quizás…. tal vez quizás, pueda funcionar. Escribo con la esperanza de que llegue a ser visto por alguien cercano a usted para que esta idea sea, al menos, considerada.


Amadeo Alcántara