viernes, 15 de enero de 2010

Yo estuve en Puerto Principe


Aun están frescos en mi memoria los días en que caminé sobre las calles de Puerto Príncipe y de aquel emblemático Hotel El Rancho el cual fuera uno de los hoteles más importantes de la ciudad y que hoy, según sé, sólo es una horripilante montaña de escombros.

Me llamó la atención los cuadriculados uniformes escolares de aspecto europeo y el universal dominio del francés entre los estudiantes que daban la impresión de que se preparaban para construir un futuro mejor, con suerte, dentro y para su país.

Hoy me horroriza pensar cuántos de esos felices colegiales pudieron haber sido aplastados por alguna de las escuelas hacia las que caminaban aquel día que los vi. O peor aún, quedando vivos entre los escombros, hayan muerto tras días de inanición producto de la ineficiente coordinación de rescate que está siendo llevada a cabo en aquel devastado país.

Es cierto que como declara Pablo Biffi para el Clarin.com “Lejos, muy lejos, quedaron sepultados aquellos años de esplendor, hacia 1794, cuando Haití fue el primer país de la región en abolir la esclavitud. O hacia 1804, cuando Jean Jacques Dessalines venció definitivamente a la tropas francesas (el ejército más poderoso del mundo en ese momento) en la Batalla de Vertierres y declaró la independencia, proclamándose Emperador.”. País, que por demás fue el primero en alcanzar su independencia en la zona del continente americano que está debajo del Río Grande, y como colofón, la primera república negra del mundo.

Aun así, y a pesar de ser desde hace varios años el país más pobre del hemisferio, aun conservaba la vocación artística que siempre ha tenido el pueblo haitiano, expresada principalmente en la pintura que se comercializaba en muchas de las esquinas de Puerto Príncipe.

Es verdad, lo sé, ya se trataba de un estado fallido hace tiempo, en donde no sólo perversos gobernantes lo habían empobrecido hasta el colmo, sino también el hecho de que la comunidad internacional siempre le ha dado la espalda, después de todo, el dinero es cobarde y no va a donde cree que no va a regresar.

Pero también es un país de gente maravillosa que trabaja en condiciones de esclavitud casi igual a la de antes de 1794 y de cuyas entrañas conocí a un gran amigo ido a destiempo y de que quien hace algunos años mi esposa escribió un artículo que luego fue publicado en este mismo espacio cibernético: Alberto Chana.

Sé que son verídicas todas las informaciones respecto al pésimo manejo que siempre ha tenido ese tercio de isla y que el trasfondo cultural de ese pueblo no es, en principio, compatible con el desarrollo socioeconómico de un pueblo, pero me resisto a creer que la desgracia del pueblo haitiano tenga que ver con un pacto satánico supuesto o real por cuanto quiéralo Pat Roberson o no se trata de un país que según algunos estudios tiene un 96 % de cristianos comparado con el 80 % de cristianos que según el mismo estudio hay en su país. ¿Dónde estabas Pat el 11 de Septiembre y en el huracán Katrina?

Al igual que a la generalidad del pueblo dominicano me duele la desgracia del pueblo haitiano porque yo estuve en sus entrañas, porque he conocido a mucha gente extraordinaria de ese país, porque una desgracia como esa podría afectar también a mi país, amén de que de un modo u otro este fenómeno ya lo ha hecho y de seguro lo seguirá haciendo, porque la desgracia está en mi pequeña isla, y me duele, finalmente porque como diría Terencio “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (“Soy hombre, nada humano me es ajeno”).

http://es.wikipedia.org/wiki/Cristianismo_por_pa%C3%ADs