viernes, 21 de mayo de 2010

La Mentada Democracia en Republica Dominicana.


El pasado 16 de Mayo acaba de concluir el proceso electoral dominicano en los niveles congresual y municipal dentro de lo que es el sistema de organización política dominicano.

De más está decir que dicho certamen electoral no se caracterizó por el debate de ideas, propuestas políticas, ni programas de trabajo para implementarse una vez que se alcanzara las diferentes posiciones que se estaban disputando en el mismo torneo . La norma más bien fue la escandalosa mercantilización de las voluntades de los ciudadanos protagonizada por los corruptos y por los corruptores, una campaña política aderezada por comedores económicos que se desplazaban por todo el territorio nacional en procura de un voto de “convicción” a cambio de un plato de comida, una campaña caracterizada en el mejor de los casos por el marketing político, que lejos de enfocarse en desarrollar un sistema de ideas para comprender y desarrollar la sociedad, se limita al posicionamiento, las encuestas, el techo porcentual y demás términos que derivan del mercadeo con el solo objetivo de ganar unas elecciones aunque no esté muy claro para qué.

Da pena y vergüenza ver cómo nuestros conciudadanos se apostaban a sus respectivas mesas electorales a esperar al mejor postor que le ofreciera, cual vulgar subasta, la mayor cantidad de dinero posible para favorecer a un partido u otro.

Hay que decir que en esta pasarela de la “Democracia” no hubo santo alguno, porque lo que pudo haber marcado la diferencia entre los principales partidos de la nación no era precisamente que uno tuviera más moral, no, nada más utópico que eso, lo que prevaleció era quién tenía más capital, sea este propio, estatal o de aun más dudoso origen, tenía mayores posibilidades para comprar la voluntad de nuestros conciudadanos.

Lo penoso es que no sólo la clase empobrecida del país entra en este tipo de negociaciones, es decir, sí, ellos son quienes por quinientos, trecientos, doscientos pesos (De quince a cinco dolares) o por un pote de romo (como se dice acá para identificar una botella de ron) venden un voto o su cédula si es necesario y con ella su derecho a elegir. Pero también están las personas de clase media, quienes por algún cargo prometido o algún tipo de beneficio personal son teñidos de tal o cual color cual camaleón. Y ni hablar de esas damas y caballeros quienes como diría Serrat están “…Locos por salvarnos la vida, a costa de cortarnos el cuello…” quienes no tienen ningún inconveniente en financiar campañas de unos y otros simultáneamente a fin de recuperar posteriormente con pingues beneficios el retorno de su inversión hecha en campaña por medio de leyes que les favorezcan o contratos con multinacionales por los que puedan comisionar.

Todo es un negocio, desde el más alto hasta el más bajo de nuestra sociedad, en donde el bien común no es más que basura, utopía y temas para los hermosos discursos de nuestros políticos, sin existir en el fondo la conciencia de que en el bienestar colectivo está el bienestar individual. Y de que los grandes proyectos se construyen en la mancomunidad y no en el aislacionismo. Que el progreso requiere de integridad de ética, de moral, de saber vivir en convivencia respetando los derechos de los demás, de trabajo, de sentido de colectividad, de orgullo nacional y de verdadero amor a aquello a lo que le llamamos patria.
Quisiera pensar que el sistema político actual está a punto de colapsar para dar espacio a otras formas de hacer las cosas por el bien de todos. Quizás ahora liderados por aquellos que de forma tan valerosa han defendido nuestro medio ambiente durante los últimos meses, pero luego pienso, ¿Está el pueblo dominicano en condiciones de aprovechar algún otro sistema de gobierno, liderado por hombres y mujeres de convicciones diferentes a las que hemos visto en los últimos años, en especial en las campañas electorales, o simplemente hemos de ver cumplir aquel axioma Martiano que reza “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”?