lunes, 17 de agosto de 2015

Otra Historia del Tiempo (parte 11) (Fraudes con Fósiles).

Ahora bien, amén del enorme vació de fósiles que presentamos en la entrega anterior, tenemos otros tantos que no han sido más que el resultado de acciones fraudulentas:

El Hombre de Piltdown es quizás el caso más relevante en este asunto, pues por cuarenta y cinco años estuvo exhibiéndose como evidencia irrefutable de evolución humana; transcurrido ese tiempo, se comprobó y publicó su falsedad.

Entre los años 1921 y 1937 habrían sido encontrado los fósiles del Hombre de Pekín; en su momento, el hombre de Pekín fue considerado «el primer eslabón perdido» que justificaba la teoría de la evolución. En noviembre de 1941 los huesos habrían sido enviados a Estados Unidos para ser protegido de una invasión japonesa. Sin embargo, de camino, los fósiles desaparecieron, para nunca más poder volver a ser estudiados, ni verificarse su autenticidad.

No tan lejos en el tiempo, el 15 de octubre del año 1999 la National Geographic Society anunció con bombos y platillos que había sido hallado un fósil del Archaeoraptor, el cual, según se dijo en rueda de prensa, representaba el eslabón perdido del ancestro común entre las aves y los dinosaurios. Al año siguiente, en el 2000, salió a la luz pública que dicho fósil resultó ser un fraude. [25]

Sobre otro fósil, el Archaeopteryx, se argumentó que con su hallazgo se encontró uno de los eslabones de la larga cadena que también se había venido asumiendo que unía a las aves modernas con los dinosaurios, de los cuales se dice que son ancestros de los plumíferos voladores. El Archaeopteryx mostraba, según se alegaba, indubitables características que mostraban la transición del dinosaurio al ave.

120 años después de la aparición de primer fósil del Archaeopteryx (1980) un científico judio (Lee Spetner) cuestiona la autenticidad del Archaeopteryx. Resulta extraño que de los ocho especímenes de Archaeopteryx casi ninguno tiene señal de haber tenido plumas, y que los dos que sí tienen señal de haberlas tenido fueron vendidos por padre e hijo, uno al museo británico, y otro al museo de Berlín (Karl Haberlein y Ernst Haberlein, respectivamente). 

Desafortunadamente el fósil del museo de Londres (al menos) ha sido puesto aparte y nuevos estudios no han podido ser hechos sobre este especimen [26]. 

El Hombre de Nebraska, es el típico caso en los que hallándose una pequeñísima fracción de un fósil, y con una enorme creatividad se figura todo un cuerpo de «homo sapiens».

En este caso, con el hallazgo de un solo diente se pretendió decir que el mismo pertenecía a algún hombre ancestral. Con el tiempo, se demostró que ese diente pertenecía a un cerdo.

Entonces, ¿qué credibilidad merecen aquellos «fósiles» cuya integridad no tengamos por qué creer? (Me refiero a aquellos que pudieran existir y que su falsedad aún no se haya ventilado a la luz pública). Creo que William Dembski tiene razón cuando dice: «los plagios y la falsificación de data son mucho más común en ciencia que lo que quisiéramos admitir».

Pero ¿qué de los órganos complejos?, ¿qué de los órganos vestigiales?, ¿qué de otros problemas que hay para explicar la trancisión entre especies? Todo eso lo discutiremos en los próximos capítulos....







[25] http://news.nationalgeographic.com/news/2002/11/1120_021120_raptor.html

[26] Morris and Morris, 1996, 2:67-68

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