miércoles, 9 de diciembre de 2009

Del Premio Nóbel, Barack Obama y el Alma Grande.



En el día de hoy el presidente de los Estados Unidos se desplaza hacia Oslo a recibir el prestigiosísimo Nobel de la Paz ya que como todos sabemos, hace apenas unas semanas muchos de los habitantes del planeta, entre los que me incluyo, recibió con beneplácito el anuncio de que Barack Obama, había recibido la mencionada distinción.

Como siempre las opiniones respecto de si el mismo era merecido o no son divididas, entre otras cosas, porque decisiones que se han tomado en Washington en los últimos días no parecen ir precisamente en dirección de la paz. Sin embargo, lo cierto es que la retórica de este hombre a traído nuevas esperanzas a un mundo dividido y golpeado, al menos en una gran parte del planeta, por el flagelo de la guerra y del hambre, que es otra forma de violencia.

Muchos, incluso el mismo presidente, han argumentado que este premio más que nada constituye un estímulo para que este poderoso hombre ponga todo su empeño en que en un futuro no lejano pueda dedicar todas sus fuerzas y energías en pos de la tan ansiada paz. En ese sentido, la verdad es que si este hecho lograse tal cometido, aun la eventual desnaturalización de este galardón sería un precio muy bajo el que tendría que pagar la especie humana.

Pero hoy quisiera aprovechar la ocasión para retrotraer a nuestra memoria a uno de los hombres más grandes que en sus esfuerzos pacifistas haya tenido la historia de la humanidad.

Hace unas semanas, gracias a la amabilidad de mi amigo Jose Luis Marte, quien generosamente me prestó una película de la biografía de la persona de quien hablaremos a continuación, tuve un maravilloso acercamiento a la historia de uno de los hombres más emblemático de oriente, aquel quien habitó entre nosotros y que su enorme influencia dejó un impresionante legado a toda la humanidad en medio de uno de los países más populoso, hambriento y dividido del planeta. Alguien de quien Albert Einstein llegó a decir: “Las siguientes generaciones, tendrán que creer que nunca hombre igual pasó por estas tierras”. Alguien, que por decirlo en palabras de Silvio Rodríguez es como si fuera “Un ser de otro mundo” o un “Animal de de galaxia” o tal vez “Un ser de la nada” y a quienes sus coterráneos bautizaron con el nombre de Mahatma, que traducido es –Alma Grande-.

Bapu o padre, como también se le llamó al colosal Mohandas Karamchand Gandhi fue el impresionante conquistador de la independencia del segundo país más poblado de la tierra a través de una singular resistencia de lucha pacífica contra el imperio inglés

¿Puede el lector imaginar a un líder que se desarrolla en el contexto de una época, y de forma particular en este pobladísimo lugar del planeta, en donde los maravillosos avances en materia de comunicación que disfrutamos hoy en día no tenían cabida, en donde como por medio de a lo sumo la radio y del poder del boca a boca extiende su singular mensaje y logra comunicarse con su pueblo cada vez que fue preciso?

Las batallas particularmente pacifistas de Mahatma, como lo fueron su insigne marcha de la sal, y sus sui géneris huelgas de hambre que tan eficazmente utilizó, lo colocan en una dimensión colosal, máxime, cuando se trató de un líder de un país abiertamente dividido por el establecimiento de dos sólidas religiones.

Ciertamente no sabemos cuantos siglos deberemos esperar para contar con un ser humano de su estatura moral, y sin embargo, ¡Oh misterios de la vida!. ¡Este hombre curiosamente jamás ganó el premio Nobel de la Paz!

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