No muy a menudo en la historia de la humanidad ocurre que la visión de un hombre pueda imponerse de tal forma en el mundo real, a pesar del tiempo que haya pasado desde que fuera expresada, como la que hoy en día exhibe China a la luz de lo que Mao Tse-Tung llamara “El gigante dormido”
Para tener una idea de la dimensión que ha alcanzado la populosa China, sería útil señalar que según estimaciones de años recientes el consumo de energía para el 2010 sería igual que el de Estados Unidos, así como la tasa de nuevos millonarios chinos cada año es una de las más altas del mundo, al punto de que han aumentado la importación de vehículos de lujo en un ciento cincuenta por ciento.
Lo antes dicho, aunado a la enorme población de ese país emprendedor tanto que se dice que hay más chinos que norteamericanos que hable inglés, cuando todos sabemos que ese idioma no es para nada su lengua oficial, nos pone a pensar acerca de qué nación liderará los destinos del planeta durante los próximos años
En el año 2003 China se convirtió en el tercer país en colocar un hombre en el espacio después de Rusia y los Estados Unidos, y por si fuera poco, este país tiene proyectado un viaje a la luna con tecnología únicamente China.
Pero ¿Cómo ocurrió todo esto tratándose de lo que en la década de los cincuenta era quizás la nación más dividida del planeta, no sólo por los problemas sociales de aquella época sino también por el idioma, que no era único en todo el territorio, y el hecho de que se trataba de una sociedad casi eminentemente rural? ¿Cuál fue la clave? De seguro la disciplina de ese pueblo mezclada, sin que nos vayamos a sonrojar, con una pizca de comunismo.
Y es que aquel comunismo a ultranza que otrora representó la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas estaba condenada al fracaso ,entre otras cosas, porque la propia doctrina del comunismo ignoraba aspectos muy fundamentales del ser humano; y aunque ese sistema dejó en el propio capitalismo sus huellas positivas como la seguridad social (aun vigente y en proceso de mejoramiento alrededor del mundo) y en su momento las reformas agrarias que el propio Estados Unidos promovió para evitar revoluciones radicales. Pero el final de la historia todos lo conocemos en el que el capitalismo, representado por Estados Unidos vence al socialismo a cargo de Rusia y sus satélites. Quedando Estados Unidos como potencia única y plenipotenciaria de todo el mundo.
Sin embargo, misteriosos e inescrutables son los caminos de la divina providencia cuando la historia plantea un segundo round entre ambos sistemas políticos ahora con una nueva contraparte para Norte América, y es que el “gigante de oriente”, como le hemos llamado en este artículo, no se durmió en sus laureles en cuanto a las debilidades que el sistema socialista ruso presentaba; en lugar de ello, ha hecho las adaptaciones de lugar las cuales se han gestado desde hace décadas como resultado de un programa ininterrumpido en donde entre otras cosas se ha previsto el envío de los mejores cerebros chinos a las mejores universidades del mundo con el compromiso de regresar a su patria para ofrecer sus servicios al gobierno de su nación.
Podría decirse que el sistema chino se le puede llamar de cualquier manera menos comunismo y la verdad es que la forma en que ellos llevan el comercio dista mucho de lo que en el siglo XIX Karl Marx habría concebido como tal. Sin embargo, este neo comunismo, por llamarle de alguna manera a las nuevas formas de hacer las cosas en china, sí tuvo su origen en un comunismo más autentico y más próximo a las ideas de Marx a pesar que desde sus orígenes tuvo una ligera diferencia en cuanto a la concepción europea de esa doctrina política adaptándola a la realidad china, por medio de la cual depositaba en el campesinado la fuerza impulsora de desarrollo de la nación en lugar de la clase obrera, aunque también se ocupó de sembrar los cimientos para el inicio de una nueva clase industrial.
Y así, a pesar de algunos yerros importantes de Mao se fue desarrollando su país hasta que en el 2008, treinta y dos años después de su muerte, su patria se convirtió en el principal acreedor de Estados Unidos como resultado no sólo de una balanza comercial a favor del gigante del este, sino también, como resultado de la adquisición de deudas de Estados Unidos a países como Japón. Lo que le otorga a los chinos un poder de negociación enorme con respecto a lo que hoy todavía es la nación más poderosa de la tierra
Algunos entienden que el desarrollo económico de China respecto de Estados Unidos es un sofisma por cuanto un gran porcentaje de las empresas de ese país son de capital estadounidense, amén, de que sin duda alguna, este último representa por mucho el mercado más importante para ellos. Sin embargo, no es tan sencillo para el Tio Sam como empezar a desarrollar políticas o reglamentos tendentes a retirar ese capital o bien cerrar su mercado a China porque el consumismo al que aún están habituados los habitantes de él, él cual a su vez se ha convertido en una especie de boomerang del sistema, hace que ni repatriar capitales a Estados Unidos sea tan factible por los altos costos de la mano de obra estadounidense, ni cerrar las puertas a un proveedor como China que puede suplir todo cuanto puede demandar ese enorme mercado a precios imposibles de conseguir con suplidores de otros países.
Naturalmente, todo este crecimiento impresionante que el país más poblado del planeta ha sostenido por aproximadamente quince años de forma ininterrumpida ocurre con importantes críticas respecto del manejo de los derechos humanos, al punto que con toda justicia, el anterior premio Nobel de la Paz Barack Obama tiene que pedir al gobierno chino la liberación del nuevo adquiriente del mismo galardón Liu Xiaobo , quien según hemos sabido en occidente, ha sido apresado injustamente, simplemente por disentir y reclamar pacíficamente la aplicación de los derechos humanos en su nación mientras que los medios oficiales Chinos se dan el lujo de no hacer comentario respecto de lo que el mundo occidental le requiere en cuanto a esto.
Muchas son las sombras y las luces de aquel enigmático y legendario país y cientos de libros tendrían que escribirse para poder describir y entender el fenómeno China: rico en historia, rico en cultura, rico en disciplina y hoy por demás rico en divisas; pero lo cierto es que el gigante de oriente ya no duerme, y más que eso, parece que ya no dormirá más.
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