Sin dudas, esta frase pronunciada por mi José David a sus tempranos tres años, ha rondado en mi cabeza desde el lunes. Después de insistir que lo llevaran a ver a Alberto, a la tercera solicitud, Papá tuvo que asumir su rol y explicarle que nuestro amigo había partido. Estoy segura que Dios en su soberanía y omnisciencia hace lo que entiende y considera y nos quedamos fríos….sin derecho a cuestionarle, porque definitivamente El es quien sabe.
Desde que le conocimos hace apenas dos años, nos marcó la gratitud que brotaba de su corazón y que se reflejaba en sus palabras. En nuestra familia ese "Mucha Glacia" quedó para siempre y nos dejó una gran enseñanza. Cada vez estoy más convencida de que los valores que llevamos y modelamos no guardan ninguna relación con la condición física, social, intelectual o económica que hayamos podido alcanzar. Esto a la vez me compromete más como madre cristiana.
Alberto se nos fue con todas las ganas de vivir, de trabajar y servir con la pasión que supo hacerlo siempre. Hoy en casa quedan los recuerdos y el legado no sólo de las plantas que con sus manos sembró, y una casa recién pintada, sino de algo más trascendente, el legado de virtudes manifiestas como el agradecimiento y la sinceridad de una amistad que todos valoramos. Entre nosotros y él quedaron temas por tratar y proyectos por cerrar, pero puedo decir como mi hijo..."vamos a decirle a Papá que Alberto está con Dios, que se fue al cielo, como las mariposas".
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