Hace algo más
de un mes, cuando escribí mi artículo anterior, que alertaba sobre la
inviabilidad de Telexfree, conversaba con mi amigo, debo decir mi hermano,
Ángel Luis Germán, quien me preguntaba sobre por qué me preocupaba tanto el
tema Telexfree si ni él ni yo «teníamos vela en ese entierro». Recuerdo que le
respondí: «la tenemos, toda vez que Telexfree represente, para la República
Dominicana, un hoyo como el de Baninter.»
Afortunadamente,
Telexfree parece haber alcanzado la cima de su «éxito» justo en el momento en que
él –mi amigo– y yo discutíamos sobre este tema (claro, en el buen sentido de la palabra),
lo que permitió contener la estafa. Francamente, no sé si tal contención
ocurrió por la campaña espontánea que muchos hicimos en contra de la estafa; si ocurrió por el hecho de que recientemente habían
cambiado su «plan de compensación» para
los nuevos entrantes, el cual buscaba incrementar
la cantidad de afiliados, así como legitimar sus operaciones, aunque, a la
postre, resultara infinitamente menos
atractivo; o bien, si fue consecuencia de una combinación de factores. ¡Yo no
lo sé, Dios lo sabe! El hecho es que SETECIENTOS MIL (700,000) personas cayeron
en las garras de tan solo SIETE (7), entonces, no era infundado el temor que, en su momento, expresé a mi amigo, a mi
hermano, Ángel Luis.
El economista
Alejandro Fernández, quien magistralmente ha liderado la campaña en contra de
Telexfree (al menos en su versión dominicana), ha estimado que los dominicanos
pudieron haber «invertido» en esa «empresa» aproximadamente DOP 4,300,000,000.00 SOLO EN EL AÑO 2013; si se asume que la mitad de ese dinero
retornó, estamos hablando de que la República Dominicana perdió, en ese
«relajito», DOP 2,150,000,000.00, dinero suficiente para haber hecho unas
cuarenta y tres (43) escuelas de las que el presidente Medina ha estado
haciendo (que tanta falta hacen, para que estafas como esta no vuelvan a
ocurrir nunca en la República Dominicana).
Si la estafa,
Telexfree, hubiese mantenido el crecimiento que había mostrado durante el
primer año por doce meses más, dicha pérdida se hubiese multiplicado por cien y estaríamos
hablando entonces de DOP 215,000,000,000.00, casi dos veces y media el hoyo de
Baninter (DOP 89,000,000,000.00). Siento, entonces, que la lucha que algunos
sostuvimos, en diferentes momentos del proceso, no fue en vano, algo tuvimos que
haber aportado por el bien de esta causa.
Pero a todas
estas, nuestras autoridades, nuestra procuraduría, nuestras fiscalías,
estuvieron, durante todo este tiempo, como diría Bécquer: «…mudos, absortos, y
de rodillas…», mientras que el pueblo dominicano, a quien ellos están supuestos
a defender, resultaba estafado, de esta manera.
Y peor aún, algunas personalidades ―periodistas y demás, otrora con un
buen nombre― se dieron a la tarea de defender lo que con dos dedos de frente, y
un poquitico de investigación, era evidentemente una de las estafas más
vulgares que hemos tenido en los últimos años en la República Dominicana. No es
hasta hoy, quince de abril del 2014, cuando la Fiscalía del Distrito Nacional
hace pronunciamientos en contra de esta estafa, en su cuenta de Twitter. ¿Ya para
qué?, ¿dónde estuvieron todos estos meses?
Según la ley
de quiebra en Estados Unidos, la lista de todos los acreedores de la empresa
quebrada (para el caso de Telexfree, sus promotores ―llamados también
«asociados»―), debe ser publicada; entonces: ¿Qué habrá en esa lista?, ¿algún
político o personaje conocido por una que otra actividad ilícita?, ¿hubo el
interés de algún poderoso de que ese cáncer social llamado Telexfree no se
combatiera a tiempo a diferencia de Brasil, Estados Unidos e incluso Ruanda?
Para bien o
para mal, Estados Unidos no acogió la quiebra de Telexfree, lo que quiere decir
que, en teoría, ellos están obligados a buscarles los «chelitos» a sus
acreedores, si es que aparecen. Lo malo de eso es que, en ese escenario, probablemente nunca veríamos la
lista aquella, y nunca sabríamos, entonces, qué explica el silencio de las
autoridades dominicanas.
Amadeo